lunes, 19 de noviembre de 2012

3.

-To the port of Liverpool, they returned me to. Two pounds ten a week, that was my pay. -Al dejar de rasgar las cuerda aplaudí con una sonrisa en rostro.
-Otra vez, por favor. -Rogué.
-Montgomery, ya la he cantado como 10 veces. -Dijo tomando el vaso con jugo que tenia al lado.
-Fueron 7 nada mas.
-Oh, mucha la diferencia.
-Por fis John, una vez más... -Volteó los ojos y comenzó a tocar la guitarra y a cantar. Yo... pues, solo reía como una pequeña.
-Mejor, te cantaré otra. -Sonó el riff de la guitarra, mientras que yo sonreía estúpidamente- When I see you every day I say, mmm, hello, little girl.
-When you're passing on your way, I say, mmm, hello, little girl. -Me uní.

"When I see you passing by,
I cry, mmm-mmm, hello, little girl.
When I try to catch your eye,
I cry, mmm-mmm, hello, little girl."

John decía que escribió Hello little girl pensando en mí. Simplemente yo nunca le creí, tantas chicas que pasan por sus manos.

Nosotros cantábamos como ballenas en apareamiento mientras que George afinaba su guitarra, a veces se unía a nosotros y seguía con lo suyo. Ni Pete ni Paul habían llegado, cosa que me pareció extraña.

-Oh, yeah, you're my little girl. -Se unió una voz, simple reconocerla, Paul. Venía acompañado de Pete.
-¡Pequeña bailarina! -exclamó Pete, me paré de en donde estaba sentada y fui corriendo a sus brazos, me dio uno de esos fuertes abrazos que me solía dar, levantándome a unos centímetros del suelo.
-Pete...
-Agh, ¿Cómo estás? -apretó una de mis mejillas
-Uhm, no me quejo, todo bien. -contesté mientras que el me rodeaba con su brazo y caminábamos hasta donde están los demás.


Ahí estaba él... McCartney, el que conocí hace ya 6 años. Algo serio, como siempre. Como si fuera un viejo prematuro. Me encantaba su carácter y su amabilidad, además de su nariz. Me sonrió mostrando sus dientes de tabla, y unos cachetes horriblemente tiernos y redondos. Correspondí a su sonrisa, y lo salude con la mano, cosa que él imitó.



(...)




-Extraño a Stu... -dije mientras jugaba con el peluche.
-Venga Caroline, él es feliz allá en Hamburgo, cosa que te debe hacer feliz. -respondió mi amiga mientras se colocaba un poco de rimel en las pestañas.
-No. Soy egoísta y quiero que este aquí conmigo, pintando juntos mientras comemos papas fritas. -Marianne me miro feo, y siguió con sus pestañas.
-Además de egoísta, nostálgica. ¿Que más vendrá, Caroline? -rió.
-Asesina serial. -bromee, ella negó con la cabeza, sabia que pensaba que no tenia remedio, y así era- No me has dicho sobre el chico de la cita de hoy.
-Y no te diré, mi querida amiga... -dijo ahora colocando brillo en sus labios.
-Vale, vale, no me digas. -suspiré.
-Te encanta meter la nariz en donde no te llaman.
-Me conoces bien...
Nuestra atención se dirigió al sonido que provenía de unos golpes a la puerta. "Es él" dijo Marianne, sonriendo, colocándose por 3ra vez perfume y arreglando su cabello. Me adelante y abrí la puerta, el individuo presente ahí de seguro es el ultimo que me hubiera imaginado que saldría con mi amiga, o el chico con el que me hubiera gustado que ella saliera. El sujeto traía una ramo de flores muy cliché y anticuado, y vestía sus vaqueros con la camiseta pegada al cuerpo y una chaqueta de cuero.
-Paul... -dije sorprendida, y con un poco de celos.
-Hola Caroline. Marianne...
-Aquí. -interrumpió mi amiga, apareciendo detrás de mí.
-Así que tu eres el muchachito con el que saldrá Marianne... -dije caminando al rededor de él lentamente, y examinándolo con la mirada- Bien, me retiro, ya que no hago falta aquí. -en mi tono se escuchaba el enojo, y los celos.
-Vale Carol, nos vemos. -dijo mi "amiga", entrelazando su brazo con el de Paul, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Adiós Caroline. -se despidió McCartney, con una sonrisa muy encantadora. ¡Cabrón!, ¡Hacía esto más difícil de lo que ya era!
Camine unos pasos, suficiente hasta donde estaba mi vieja bicicleta tirada en el suelo, la levante y me subí, pedalee lento, y me fui en dirección a casa sin mirar atrás, aunque escuchaba como el auto del padre de Paul se alejaba.
Bien sabía Marianne que me gustaba el pendejo de Paul McCartney, después de un tiempo vuelvo a Liverpool y me encuentro con estos muy romanticones. La furia, los celos, la tristeza y la decepción eran grande.
La tarde se ocultaba, dándole paso a la noche. Y yo solo quería hacer una dramática danza interpretativa. No tenia ánimos para eso, así que saqué una caja de cigarros con un encendedor y me senté en el pórtico a contemplar la nada mientras aspiraba el tabaco. Lo peor de la situación es que la única persona que escuchaba mis problemas y fingía sentir mi dolor estaba en otro país. Supongo que con Stu en Hamburgo la vida sera dura y vacía... Era mi consejero, mi conciencia, mi madre en el cuerpo de un varón, era un sol.
-¡Caracola! -saludó mi flacucho favorito.
-¡Harrison!, ven acá y hazme compañía. -con poco ánimo le indiqué que había espacio para él al lado de mí, obedeció a mi seña y le ofrecí un cigarrillo, no se resistió a mi oferta y nos hicimos dos que fumaban.
-Cuenta, que pasó.
-¿Cómo sabes que paso algo?
-Caroline, te conozco como la palma de mi mano, no te sientas en este pórtico gratis.
-Te equivocas George, no ha pasado nada. -mentí.
-Si tu lo dices... -susurró.



3er capítulo, comenten. c:

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